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15 de enero de 2016.  Mercedes González: “Esa tendencia la convertimos en un patrón que utilizamos también en las relaciones humanas. Somos amigos de cualquiera, botamos 

a quién no nos gusta, no apreciamos el valor de lo duradero.”  
 

El pasado jueves 12 de enero tuve la grata oportunidad de reunirme con Mercedes González, directora y profesora de la Universidad Monteávila, en un breve encuentro en el cual conversamos un poco sobre el consumismo y las importantes consecuencias que este genera en la formación y el comportamiento de la persona humana. A continuación apreciaremos los comentarios de la Magister. 


¿Cómo definiría usted el consumismo? 

Principalmente el consumo es una actividad natural en el hombre, se refiere al proceso de adquirir bienes y servicios fundamentales para satisfacer necesidades básicas como alimentación, vivienda, educación, vestido, entre otras. La sociedad ha logrado organizarse de manera que todos sus miembros colaboren unos con otros para garantizar que dichas necesidades sean cubiertas, obtener una vida buena, y poder aspirar entonces a necesidades espirituales mayores. El consumismo, en cambio, se da cuando buscamos bienes y servicios que no responden solo a necesidades, sino a deseos o anhelos que apuntan más al confort, al lujo o a la búsqueda de posiciones a través de bienes materiales; es entonces cuando empezamos a descuidar los aspectos de la parte espiritual del hombre. En resumen, el consumismo es esa tendencia de vivir la vida a través de la adquisición de bienes y servicios que nos satisfagan necesidades reales o creadas. 

Entonces, ¿Está usted de acuerdo con la expresión de que el consumismo es actualmente una forma de vida?

Sí, sí estoy de acuerdo porque incluso en muchas sociedades los sistemas de producción y los sistemas de relaciones personales se establecen a través de patrones de consumo. Ya no es la sociedad de productores y consumidores donde cada quién tenía un rol y producíamos aquello que necesitábamos, sino que ahora se muestra una creación exagerada de productos asociado a la igualmente creación de nuevas necesidades.

Ya que el consumismo es una característica adherida a la sociedad actual, ¿Cómo aborda la filosofía el estudio de dicho fenómeno?
 
Como con todo, la filosofía apunta al estudio de los supuestos más básicos, de los primeros principios de todas las cosas. Por ende se estudia al consumismo desde el hombre y desde el inicio de las necesidades naturales que de alguna forma u otra lo llevaron a caer en esta tendencia consumista. Desde una perspectiva filosófica entendemos, como mencioné antes, que la producción y el consumo son buenos y necesarios para la plenitud de la vida humana, pero cuando la adquisición de productos se convierte en aquello en lo que basamos nuestra vida, caemos en una exageración. Que yo todas las semanas tenga que renovar algo en mi closet para sentirme bien, está mal. Que yo esté sufriendo alguna clase de depresión y pretenda quitármela comprando cosas, está mal. Que yo valore a las personas en función a como estén vestidas, por poner el ejemplo sencillo de la ropa, está definitivamente mal, porque me estoy olvidando de que el hombre es cuerpo y alma, enfocándome únicamente en el aspecto corporal o estético de la persona. 

¿En este sentido puede el hombre perder su esencia a causa del consumismo?

Sí, es decir, puede olvidarla, no sé si perderla, pero definitivamente el hombre puede olvidar su esencia montando cosas innecesarias por encima de ella, dejando lo real, lo verdadero y lo importante en el fondo, teniendo que quitar montones de escombros y de suciedad para encontrarlo nuevamente. 

¿Considera que el consumismo afecta negativamente en el proceso de socialización?

Sí, porque tratamos a las personas como cosas. Esa tendencia que genera el consumismo de adquirir y desechar productos rápidamente la asimilamos y la aplicamos con las personas que conforman nuestro círculo social. 

Esto ocurre porque hemos perdido el respeto por los bienes materiales, anteriormente los bienes materiales eran algo que uno se esforzaba mucho por poseer y una vez que se adquirían se valoraban tratando de que perduraran en el tiempo. Si una lavadora duraba veinte años significaba que era un buen producto, de una alta calidad, pero actualmente no nos importa si la lavadora se daña o no porque igualmente en algún punto cercano la íbamos a cambiar por el modelo más moderno que nos ofrezcan los medios de comunicación, los cuales sin duda han sido de principal influencia en la pérdida de estos valores. Entonces, esa tendencia a comprar sin valorar y desechar sin pensarlo dos veces es la que convertimos en un patrón que utilizamos también en las relaciones humanas. Somos amigos de cualquiera, botamos a quién no nos gusta, no apreciamos el valor de lo duradero. 

En resumen, el consumismo trae consigo ciertas tendencias que aunque empiezan siendo dirigidas a lo material, terminan extrapolándose a lo personal e intimo, dándole carácter de objeto a las relaciones personales. 

En su opinión, ¿Existe algún aspecto rescatable de la cultura consumista?


Bueno, es claro que vivimos en un sistema de producción que (mientras se respete la dignidad de las personas en el trabajo evitando la explotación del personal con el fin de producir a menor costo) ha traído consigo la generación de empleo, la generación de emprendedores, de la innovación, la creación de nuevos productos que satisfacen las necesidades reales de los ciudadanos ayudando a simplificar los estilos de vida. Esto es a lo que llamamos consumo, como ya mencioné el consumo es natural y saludable para los seres humanos, cuando hablamos de consumismo nos referimos a cuando los sistemas establecidos para la ejecución sana del consumo se salen de control. 

No podemos perder el norte de que la esencia de la persona y las necesidades reales de la misma son lo fundamental. No lo es el mercado, ni las relaciones que se establezcan a través del mercado.

¿Para no perder esta noción de la esencia como lo más fundamental podríamos decir que el estudio de la filosofía y la antropología es una manera de regular el consumismo?

Sí, sobre todo el estudio de la antropología, el cómo es el hombre, realmente qué es lo que hace feliz al hombre. ¿Qué es la felicidad? Esa es la pregunta última que todos nos hacemos, todos queremos ser felices pero ¿Cómo queremos ser felices? ¿A través de la compra y adquisición de nuevos productos? Cuando estudiamos al hombre nos damos cuenta de que no, ahí no está la felicidad del hombre. Puede formar una parte mínima de la felicidad en cuanto cubra las necesidades básicas, pero una vez que yo tengo dichas necesidades cubiertas, garantizándome unas condiciones dignas de vida, de ahí para arriba todo está de más, puede traerme algunos beneficios sociales, o incluso darme estatus cultural, pero el fin último, aquel que representan la felicidad y la plenitud, nunca lo alcanzaremos si centramos nuestra vida únicamente en lo material.

 

Y así, con estas palabras finales de la Magister culminó nuestra breve reunión, la cual fue enriquecedora y muy efectiva para ayudarnos a comprender lo profundo que puede llegar a influir el consumismo en nuestra era.  

© 2017 por Consumidores Consumidos 

Universidad Monteávila, Caracas, Venezuela.

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