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7 de enero de 2016.  La idealización romántica del amor. Con el auge de los medios de comunicación masivos que se experimentó a partir de los años 50, y la aparición de la constantemente evolutiva Web

2.0, el consumo incesante de información se convirtió en el aspecto más importante de la vida cotidiana del hombre posmoderno. 

Seguramente hemos escuchado hablar de este tema tantas veces que no representa ninguna novedad, sabemos que los medios son por naturaleza de carácter influyente, sabemos que pasamos la mayor parte del día sentados frente a un monitor de cualquier tipo, pero aún así, cada uno de nosotros continúa creyendo que es mágicamente inmune al fenómeno comunicacional que caracteriza nuestra era. Así pues, es innegable que la llegada del último siglo ha traído consigo una cultura global en la que todo se compra y todo se vende, una sociedad que cada día desarrolla nuevas y más variadas necesidades, siendo el amor o la idea de romance uno de los productos más vendidos por las redes sociales y las pantallas cinematográficas. 

Las comedias románticas, las telenovelas juveniles y los contenidos publicitarios en redes sociales como instagram o tumblr, transmiten el concepto de una especie de amor pasional “ideal” que suele estar conformado por más elementos superficiales que por cualquier otra cosa. La sociedad actual, especialmente la población joven, compra inconscientemente esta idea edulcorada de lo que una relación de pareja representa y como consecuencia desarrollan una cantidad de grandes expectativas inalcanzables, teniendo posteriormente dificultades para construir una relación amorosa real, estable y duradera. 


El individualismo arraigado

En el artículo El amor en la sociedad de consumo, escrito por la antropóloga Ana Dolores Verdú, se señala que uno de los factores generados por el consumismo que interviene con mucha fuerza en la consolidación de las relaciones interpersonales es el individualismo arraigado como característica esencial del hombre del siglo XXI y finales del XX. La era tecnológica nos ha deslumbrado tanto que nuestra atención por lo nuevo y lo material disminuyó considerablemente la atención que solía dársele a lo personal y lo afectivo. El hombre se ha centrado en sí mismo, en el deseo de cubrir sus supuestas necesidades y de alcanzar sus metas frecuentemente banales. Las últimas décadas de la historia humana han sido testigos del nacimiento de un sentido de egoísmo y autosuficiencia que entorpecen de muchas maneras la fortificación de las relaciones afectuosas. 


Un amplio sentimiento de soledad

El individualismo consumista no perjudica únicamente el proceso de socialización entre las personas, también afecta al individuo en sí mismo. La velocidad en la que vivimos el día a día, el estrés y el cansancio que genera la cotidianidad en las grandes ciudades (combinados con el sentido de autosuficiencia que se ha mencionado antes), envuelve al individuo en una sensación de vacío que se convierte rápidamente en el sentimiento de la soledad. Tampoco es ninguna novedad escuchar el planteamiento de que la mayoría de los seres humanos podemos llegar a sentirnos solos aunque estemos rodeados de familiares, amigos o compañeros de trabajo. Es por esto que  los sociólogos alemanes Beck y Beck-Gernsheim exponen que la idealización del amor de pareja puede ser en cierta forma un modo de combatir el vacío generado por la acentuada soledad de la vida actual. 

De esta manera, dicha perspectiva demuestra que el vacío consecuente del individualismo genera a su vez una necesidad de afecto que en la mayoría de los casos se suele canalizar con la búsqueda de un amor romántico todopoderoso que actúe como salvavidas ante los desaires de la sociedad. 


El liberalismo sexual 
 
A partir de ahora tocaremos un punto que no habíamos mencionado antes, pero que seguramente es el más relevante para entender cual es la influencia de la tecnología, el desarrollo y el consumo en las relaciones humanas, esto es el llamado liberalismo sexual. La sexualidad desempeña uno de los roles más importantes en la vida de los seres humanos, eso ya lo sabemos, es parte de nuestra naturaleza, es necesaria para el desarrollo pleno de nuestras capacidades, la atracción sexual es clave para unión y solidificación de una pareja. Sin embargo, el modelo cultural actual estigma la vida sexual por encima de muchas cosas que deberían ser tratadas con igual importancia. El antropólogo Jordi Roca afirma que diariamente estamos tan saturados de contenido sexual que tarde o temprano se nos presenta un punto en el cual perdemos el equilibrio al tratar de llevar el ritmo de vida que nos proponen los medios en cuanto a la sexualidad. 

Roca opina que aquí surge el verdadero conflicto del hombre del siglo XXI, ya que (siendo consiente de que posee enormes necesidades afectuosas) se siente obligado a perseguir lo que considera que es una satisfacción afectiva y sexual idóneas, cuando la verdad es que estas dos muchas veces no se corresponden. Por ende, es entendible (y algunos piensan que incluso justificable) que se note en la sociedad una amplia dificultad para la construcción de relaciones considerablemente duraderas.


La mercantilización de la vida personal 

El sociólogo Zygmunt Bauman en su ensayo Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos realiza una serie de comparaciones bastante precisas para ejemplificar lo que hemos querido tratar aquí. Para Bauman, el hombre actual es un ser de pensamiento plenamente capitalista, para este hombre la pareja representa una mercancía que adquiere únicamente para cubrir cierta necesidad y, al igual que con cualquier otro producto, en cuanto se aburra de esa persona prescindirá de ella y se apresurará a buscar un nuevo modelo que atienda a sus nuevas necesidades. La forma más explicita de expresar la relación consumismo-romanticismo es que las relaciones amorosas han pasado a adquirirse con el mismo carácter compulsivo con el que se adquiere un nuevo teléfono celular o cualquier otro producto de gran demanda. Es por esta razón que Bauman otorga dicho nombre a su ensayo, para él el amor en la actualidad es absolutamente líquido, cambia, fluye y se cuela por los rincones sin llegar a volverse nunca sólido. Toda relación afectiva que actualmente perdure por mucho tiempo puede ser considerada como una hipoteca.

 

Fuentes:

Verdú Delgado, Ana Dolores. (2014). El amor en la sociedad de consumo: Gazeta de Antropología. Elche, ES. Recuperado de  http://www.gazeta-antropologia.es
Bauman, Zygmunt. (2005).  Amor líquido: Acerca de la fragilidad de los vínculos humanos. Fondo de Cultura Económica. Madrid, ES. Recuperado de http://www.pensamientopenal.com.ar/system/files/2015/07/doctrina41547.pdf

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